Julián basa su cocina en el Fainá Bar en el producto, la creatividad, la simpleza y la diversión. Vamos, que Fainá es todo un reto para él.
Vinos (naturales y no naturales, pero siempre muy bien seleccionados), tartas caserísimas, un pan riquísimo (que aunque no quede para untar, tú untas sólo para comértelo y no dejar ni miga), platos originales para babear y soñar con ellos… No haría falta decirlo, pero lo vamos a decir: todo lo que prepara este parroquiano es la leche en vinagre, vaya crack el Julián. Ah, y no tiene Trina; tiene agua de Jamaica. Esto lo resume todo y mola hasta el infinito.
Lo último y nos repetimos: diversión, reto, producto, simpleza bien pensada y un mimo máximo en todo lo que hace. Esto es Fainá Bar, señoras y señores.